viernes, 28 de agosto de 2009

Day of Defeat

Durante mis andaduras por esta demencia que es el WoW, me he enfrentado a bosses, cuanto menos, curiosos. Desde VanCleef, que parece estar solo y de repente saca cuatro ninjas que te pegan al suelo y te zumban a cuchilladas, hasta Loken, que trajo de cabeza a todos los nuevos healer 80 que se enfrentaban a él en dificultad heroica. He vivido escenas estúpidas incluso sin bosses de por medio. Recuerdo, en TBC, haber ido a una mazmorra de Auchindoun. Haber avisado ("Romped las cosas verdes, que hacen CM!"). Y aún así, haber sido controlado por el tótem verde, haber visto como mi elfa se giraba, los ojos en blanco, espuma por la boca... Lanzar temeridad, sin querer poder hacer nada por evitarlo... Y matar uno a uno, sin piedad, a mis compañeros... Para luego decirles por skype (Ah, el viejo skype...) entre risas lo mancos que fueron...

Recuerdo mil y una anécdotas, mil y una formas extrañas de wipear frente a un boss... Me he enfrentado a la ira milenaria de Yogg-Saron... Su simple visión trata de inducir a la locura a todos... He enfrentado eso, y sin embargo... Hay una batalla más demente aún.

27 de agosto. La luna brilla sobre los campos del Torneo Argenta. En el interior del Coliseo, la élite de la Alianza se prepara para su siguiente reto. El Alto Señor Tirion Vadin habla. Una justa contra los mejores guerreros de la cruzada, probará sus habilidades... De pronto, Garrosh comienza a vociferar, exigiendo justicia por sabe la Luz que clase de ultraje. Tirion acepta, y un grupo de brutales guerreros de la Horda salta a la arena del Coliseo.

¡Que empiece la batalla!

Vorágine. Locura. 25 personas luchando contra 10. 35 vidas, de las cuales la mitad van a ser sesgadas. Los guerreros vociferan, imponiendo sus brutales intenciones sobre los demás. Los sanadores enlazan curas, siempre que ninguno de sus enemigos se lance a su pescuezo con brutales intenciones. Maldiciones, desesperanzas, golpes... Todo el odio forjado entre facciones durante años es desatado en una innecesaria masacre. Una batalla distinta de todas las vividas, un encuentro en el cual detenerse, dar la espalda, significa morir. En el que, habilidades que nunca serían utilizadas en combate se vuelven básicas e imprescindibles... Y, cada uno de los 35 combatientes, que intercambian golpes sin saber a ciencia cierta por qué pelean, solo pueden escuchar un murmullo en su mente...

Mata, o muere...


Nunca he vivido una batalla igual... Nunca he creído de verdad estar a punto de volverme loco al pegar... Pero he sobrevivido. A ellos, y a dos guarras con alas que vinieron después...

Y para celebrar mi victoria, qué mejor que dar un paseo por el mundo, y conseguir al fin mi [Bicho con alas desteñido]. Así que ya sabes, amigo Kompae... ¡Yo también puedo tener cosas de frikis, y sin ser un trol!

Y con la fotito del pobre bicho hepatítico, me despido hasta mañana... O no... Quizá muera en combate.

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